Ginebra acoge la 59ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en un contexto de recortes humanitarios sin precedentes
Este lunes se inauguró oficialmente en Ginebra la 59ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH), en presencia de altas autoridades internacionales. El presidente del Consejo, el embajador suizo Jürg Lauber, abrió los trabajos en compañía del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, así como representantes de misiones diplomáticas, organizaciones internacionales, instituciones nacionales y sociedad civil.
Durante esta nueva sesión, se espera que los debates se centren en los principales desafíos globales en materia de derechos humanos, en un espíritu de diálogo, responsabilidad compartida y cooperación multilateral.
Sin embargo, el contexto internacional actual marca profundamente el tono de esta edición. La ONU ha anunciado una revisión drástica de su plan humanitario mundial para 2025, recortando su presupuesto inicial de 44.000 millones de dólares a solo 29.000 millones. Este ajuste, que responde a las “peores reducciones financieras que ha sufrido el sector humanitario”, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), implica priorizar la ayuda únicamente para 114 millones de personas, frente a los 180 millones previstos originalmente.
Un sistema al borde del colapso
Hasta la fecha, la ONU solo ha conseguido recaudar el 13% de los fondos necesarios, es decir, unos 5.600 millones de dólares. Esta cifra alarmante llega en un momento crítico, con múltiples crisis humanitarias agravándose en lugares como Sudán, Gaza, República Democrática del Congo, Myanmar y Ucrania.
Los recortes financieros no solo provienen de Washington, aunque el impacto de las políticas del expresidente estadounidense Donald Trump, que redujo drásticamente la ayuda exterior, sigue haciéndose sentir. Estados Unidos fue históricamente el principal donante en materia de desarrollo y asistencia de emergencia, y su retirada ha dejado un vacío difícil de llenar.
Otros países donantes también han disminuido sus contribuciones, priorizando asuntos nacionales en contextos económicos cada vez más frágiles. La consecuencia es una red global de ayuda humanitaria debilitada y sobrecargada, forzada a hacer lo que Tom Fletcher, subsecretario general para Asuntos Humanitarios de la ONU, ha calificado como un «triage de la supervivencia humana».
“Los números son crueles y las consecuencias desgarradoras”, afirmó Fletcher. “Demasiadas personas no recibirán la ayuda que necesitan, pero salvaremos tantas vidas como nos sea posible con los recursos disponibles”.
Emergencias ignoradas y poblaciones olvidadas
Los efectos de estos recortes ya se hacen sentir. En África occidental y central, el Programa Mundial de Alimentos advierte de una crisis de hambre sin precedentes debido a la reducción del 40% de su financiación. En Bangladesh, los esfuerzos para erradicar la tuberculosis están en peligro. En Colombia, solo tres de las 28 ONG presentes en el mayor campo de desplazados siguen operando.
Para optimizar los recursos, la ONU priorizará las zonas clasificadas como nivel 4 o 5 en su escala de necesidades humanitarias, es decir, aquellas en condiciones extremas o catastróficas. También planea recurrir más a la asistencia directa en efectivo, permitiendo a las personas elegir lo que realmente necesitan.
El mensaje final de la ONU es claro y contundente: no se trata solo de una petición de fondos, sino de un llamado urgente a la responsabilidad global y a la solidaridad humana.
“Solo pedimos el 1% de lo que se gastó el año pasado en guerras. Esto no es solo una cuestión de dinero: es una cuestión de humanidad”, concluyó Fletcher.