Torre Pacheco: causas, efectos y enseñanzas
Torre Pacheco: causas, efectos y enseñanzas
Por : Mohamed Nouri
El sabio es aquel que conoce a los otros
Proverbio chino
En el ámbito de los conflictos políticos y sociales como en el campo médico, económico y cultural, los estudios prospectivos se basan en el seguimiento pausado de la evolución de los casos ‘objeto de estudio’ y su relación con determinados factores. Esta interesante metodología permite:
-Una mejor comprensión de la relación causa-efecto.
-Delimitar los factores de riesgo (o de protección).
-La posibilidad de anticipar los problemas graves que estos conflictos pueden acarrear.
Este va a ser el encaminamiento metodológico de este artículo que pretende analizar los cambios que ocurren a nivel de la inmigración en general en España, y la marroquí en particular, arrojar la luz sobre los factores que yacen detrás de estos cambios, y por último, aportar algunos elementos anticipativos susceptibles de evitar lo evitable y mejorar la convivencia entre ambos pueblos.
Antes de todo, quisiera recordar que mi relación con España y los españoles remonta a los años ochenta. En todo este luengo periodo de tiempo apenas recuerdo haber vivido un incidente de tinte racista o haber notado alguna propensión de este género en la sociedad española hacia los musulmanes y los marroquíes en particular, y si ha habido algún caso, éste no pasa de ser un suceso aislado y no una inclinación general. La reacción sosegada y civilizada del conjunto de los ciudadanos españoles frente a los atentados terroristas de Atocha en marzo 2004 habla de la buena índole de esta sociedad.
Sin embargo, tengo que reconocer que, desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente, y que España vive en los últimos años un debate vehemente y una fuerte polarización en torno a las cuestiones de identidad e inmigración. Se trata de un cambio que tenemos primero que tomar en consideración; segundo, entender sus diferentes motivaciones y causas; y tercero, integrarlo como marroquíes, gobierno y sociedad, en el programa (soft ware) que rige la relación con nuestro vecino del Norte. Más vale anticipar que lamentar dice el refrán, y más vale ser proactivo que reactivo.
Empecemos primero por plantear algunas preguntas que quizás nos ayuden a entender la naturaleza de este cambio.
¿Acaso estamos ante una réplica del debate soliviantado que vivieron –y siguen viviendo-otros países europeos como Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y algunos países escandinavos que conocieron la inmigración décadas antes que España?
¿Existe alguna similitud entre este sentimiento inflamatorio y el que experimentan los marroquíes con los inmigrantes subsaharianos cuyo número ha ido creciendo exponencialmente en los últimos años?
¿Acaso no se trata -en ambos casos- de la tectónica de unas sociedades poco acostumbradas a la diversidad religiosa y cultural, y a las diferentes presencias de esta diversidad en el espacio público?
Sea como fuere, es evidente que los cambios nunca vienen solos, y que la sociedad española vive una mutación resultante de varios factores concomitantes, unos de orden extrínseco y otros intrínsecos. Veamos cuales son.
1-A nivel externo:
La sarcopenia que padece el pensamiento político occidental ‘judeocristiano’ desde el comienzo de los noventa debido al efecto sedante de dos tesis mesiánicas: ‘el fin de la historia’ y ‘el choque de civilizaciones’. Éstas supusieron un verdadero ‘caballo de Troya’ para la democracia en su dimensión humanista, y abrieron sigilosamente las puertas de par en par a un neoliberalismo desbocado que se sustenta en aquellas leyendas constitutivas -desde 1945- del pensamiento ultraderechista con sus cuatro copias sucesivas (ver mi artículo “la vuelta de la oclocracia”, Atalayar, 7 de marzo de 2024).
Recordemos que la última versión de este proyecto globalizado empezó con la primera legislatura de Trump (2017-2021) que dio la presidencia a Bolsonaro en Brasil en 2019, a Meloni en Italia en 2022, y a Milei en Argentina en 2023. Hoy estamos en su segunda etapa (2025-2029) que alzará seguramente a otros nombres que comparten dos ideas-estandartes: ‘el candidato anti sistema’ a nivel político-electoral, y ‘la teoría del gran reemplazo’ que estructura la política de la inmigración y la concepción de la identidad nacional.
En la época de ‘post verdad’ en que nos han metido los cuatro jinetes de la Apocalipsis, es decir las plataformas de comunicación social que giran en la órbita de este neoliberalismo, poco importa el grado de veracidad de estas ideas, ni de otras por muy transcendentes que sean.
La supresión de la verificación de la autenticidad de las informaciones ‘fact checking’ en todas estas plataformas corrobora la existencia de un plan globalizado cuyo objetivo es desdibujar las líneas, crear mayor confusión para anestesiar el pensamiento crítico y la capacidad de discernir, y consagrar por tanto la cultura de la indiferencia y la muerte de la ética y la empatía.
Y como dijo Voltaire: ‘Aquellos que te hacen creer absurdidades, te harán cometer atrocidades’.
2-A nivel interno:
La existencia de ciertos parámetros internos que participaron en la consolidación progresiva del partido VOX en el escenario político español y la introducción de los temas de la inmigración, el miedo del islam así como la identidad nacional en el debate público. Entre estos factores, cabe destacar:
-El error fatal del PSOE entre 2018 y 2019, cuando Iván Redondo, ‘estrella ascendente’ y consejero político de Pedro Sánchez en aquellos años, creó que la mejor manera de debilitar a VOX era darle mayor visibilidad y luego presentarlo como el peligro eminente que acecha a España. Así se garantizaría una mayor participación ciudadana en las elecciones de 2019 susceptible de crear un cordón sanitario similar al que pusieron los franceses al Frente Popular de Lepen padre y al RN de su hija Marine.
Es cierto que el PSOE ganó aquellas elecciones de abril 2019 pero el precio fue muy caro: se había sacado al genio de la lámpara en un contexto favorable para los intereses de todos los partidos políticos de ultraderecha, entre ellos VOX. El resto era cuestión de tiempo.
-La carencia que sufre el PP, por razones históricas e incluso genéticas, a nivel de cultura del compromiso que se volvió condición sine qua non para poder gobernar la España de hoy en día. Este carecimiento, fruto de una anquilosada concepción de la identidad nacional y del estado, explica su fracaso estrepitoso en la gestión del problema catalán (durante el gobierno de Rajoy), haciéndole perder el preciado apoyo de dos partidos de derecha también, Junts per Catalunya y el PNV. Sin posibilidad de gobernar, se vio forzado, poco a poco, desde la oposición, y ante la crecida de VOX, a radicalizar su discurso, haciendo menguar cada vez más la línea de separación ideológica entre ambos partidos. La declaración de su presidente Nuñez Feijóo acerca de abrogar, en caso de victoria en las próximas elecciones, las leyes de la ‘memoria histórica’ y la ‘amnistía en Cataluña’, confirman esta concepción atrofiada.
-La presencia de una corriente de derechas en las instituciones de justicia y seguridad españolas que hace caso omiso a las desmesuras de VOX y algunos ‘influencers’ de su entorno vaciando las quejas presentadas contra ellos de su dimensión disuasiva.
-Y cómo no, la existencia de datos preocupantes relativos al comportamiento de algunos marroquíes que perjudican seriamente la imagen de Marruecos y la comunidad marroquí en España, y nutren por doquier las narrativas basadas en amalgamas y estereotipos. Las estadísticas del ministerio de interior acerca de los delitos de violación por manadas y las de la dirección penitenciaria sobre la distribución carcelaria por nacionalidad son algunos ejemplos de ellos, sin olvidar las conductas ominosas de algunos menores y jóvenes marroquíes en varias ciudades y pueblos españoles.
La concurrencia de estos factores internos y externos anuncia que los eventos de Torre Pacheco no son más que el preludio o las crónicas de una escalada anunciada que irá ganado en fuerza y repercusión si no se decide de intervenir. De hecho, varias campanas han comenzado a doblar ya. Hemos aquí algunos ejemplos:
-La inclinación del gobierno de la Comunidad de Madrid ante la petición reiterada de su socio VOX de cancelar el ‘Programa de Enseñanza de la Lengua Árabe y la Cultura Marroquí’ en esta región.
-El posicionamiento inesperado y vejatorio de algunos intelectuales de renombre como es el caso de Arturo Pérez Reverte.
-La publicación de una serie de artículos con respecto a la amnistía del Rey de Marruecos a unos dos mil presos en ocasión de última la fiesta del trono.
-La aprobación del Consejo del ayuntamiento de Jumilla (presidido por el PP) de la solicitud del único concejal de VOX de prohibir la celebración de los rezos de las fiestas del fin de ramadán y del sacrificio en el polideportivo de esta localidad. No es improbable que la mancha de aceite llegue pronto a las Islas Baleares y Aragón.
-El arresto de varios inmigrantes ilegales en la playa de Castell de Ferro (provincia de Granada) por parte de unos veraneantes. Este incidente sin precedentes confirma que el discurso de VOX sobre la complicidad del gobierno y la policía con la inmigración ilegal, y de que el pueblo llano debe tomar cartas en este asunto está calando en la sociedad española.
¿Significan estos hechos que toda la sociedad española se identifica con esta narrativa y vela a enturbiar las relaciones entre los dos pueblos y gobiernos? Rotundamente no. He aquí algunas alegaciones que lo demuestran:
Más de tres millones de españolas y españoles visitaron Marruecos el año pasado y las estadísticas de este año presagian mucho más; millones de ciudadanas y ciudadanos del país vecino ven con buen ojo la prestación del gobierno de Sánchez no sólo desde una estrecha óptica partidista sino merced a su gestión loable del Covid y de la crisis en Cataluña, a su subida redundante del salario mínimo, a la bajada del paro a unas cifras inigualables y con ella el incremento de las cotizaciones en la seguridad social (la comunidad marroquí es la comunidad extranjera que más cotiza), al incremento sostenido del índice de crecimiento económico en los últimos años convirtiendo a España en un modelo a seguir, y cómo no, a su relación apaciguada y fructífera con el vecino del Sur.
No obstante, la sinergia de los datos internos y externos que detallamos arriba nos pone, queramos o no, ante la otra mitad del vaso, la vacía en este caso, ante la penetración progresiva y sostenida del discurso de VOX, y ante un PP sin rumbo que, por razones electoralistas como por la coalición que mantiene con VOX en varios gobiernos locales y regionales, no solo adopta la tesis de este último en el tema de la inmigración sino la mete en práctica, y baila al son que le toca en cuanto a la utilización de Marruecos y los marroquíes como objeto de catarsis social y subasta política.
Los antecedentes de los partidos de la extrema derecha que tuvieron la oportunidad de acceder al poder en Europa demuestran que son incapaces de ofrecer una solución razonada y razonable a problemáticas de suma complejidad como la inmigración ilegal. Ésta requiere una visión que aborde las causas estructurales, una coordinación regional, unas políticas migratorias integrales, el fomento del desarrollo económico en los países de origen, y la garantía de los derechos de las personas migrantes. Sin embargo, la ideología simplista y cuán peligrosa de la ultraderecha funciona así, nunca propone alternativas ni presenta programas políticos, sólo rechaza, martilla sin tregua, a tontas y a locas, dibuja un panorama apocalíptico y se presenta como única salvadora. Lo malo ahora es que tienen el viento en popa, y por ello hace falta anticipar para prevenir, es decir poner en marcha diques de protección contra los posibles desbordamientos.
Hace falta que entre todos, políticos, servicios diplomáticos, organismos que trabajan para la diáspora marroquí en España, sociedad civil e instituciones religiosas, confeccionemos y llevemos a cabo un plan de acción con el objetivo de construir una nueva narrativa susceptible de reforzar el grado de confianza y respeto de la sociedad española a Marruecos y los marroquíes, y así secar las fuentes de las que bebe el discurso extremista en el país vecino.
Para ello, se requieren iniciativas que faciliten la integración de los sectores vulnerables de la comunidad marroquí en este país, fomenten los valores de trabajo y excelencia entre los componentes de esta última, y den mayor visibilidad a sus numerosas experiencias exitosas.
No llenar este vacío significa saber y no hacer nada, o sea dejar el volante a los locos, y por consiguiente, aportar más fuelle a la ultraderecha que nos llevará a una peligrosa zona de turbulencia que bien desconocemos su magnitud y fuerza destructiva, sabemos que provocará pérdidas significantes para ambos países y pueblos.
Otra asignatura pendiente es reanimar la relación con el PP, el hecho de que esté desde años en la oposición no significa bajar a casi cero el nivel de colaboración y consultas con él. La política, como la naturaleza, aborrece el vacío. Lo que ocurrió en su último congreso nos debe hacer pensar seriamente en lo que falla en esta relación.
También, y por último, hay que abrir canales de discusión con VOX a pesar de todo lo que se le puede achacar. Escuchemos o más bien leamos a Picasso: ‘yo hago siempre lo que no puedo hacer para aprender a hacerlo’. Dicho de otra manera, por un político ilustre esta vez: ¡haz cada día algo que te dé miedo! (B. Roosevelt).
¿Acaso la política no es el arte de convertir lo posible en imprescindible?