Economía

La visión atlántica de Marruecos: Puente estratégico entre África, América Latina y Europa

Desde su posición geoestratégica en el Estrecho de Gibraltar, Marruecos despliega una diplomacia multidimensional que articula África, América Latina y Europa. A través de una política exterior basada en la cooperación Sur-Sur, la conectividad intercontinental y el codesarrollo, el Reino refuerza su presencia atlántica. La Iniciativa Atlántica, lanzada por el Rey Mohammed VI en 2023, se presenta como una plataforma geopolítica clave para estrechar vínculos con África Occidental y consolidar alianzas estratégicas con América Latina. En un contexto global marcado por desafíos compartidos —como el cambio climático, la seguridad marítima o la transición energética—, Marruecos se posiciona como un actor central en la construcción de un Atlántico solidario, africano y multipolar.

Este artículo ha sido elaborado por Noura Hamdaoui, doctora por la Universidad Mohammed V, Facultad de Letras y Ciencias Humanas de Rabat, quien realizó su investigación en el laboratorio «El hombre y el espacio en el mundo mediterráneo – Lengua y cultura latinas».

Marruecos, gracias a su ubicación estratégica y su rica herencia cultural, se consolida como un actor central en la construcción de puentes entre continentes. Tradicionalmente reconocido por su papel entre África y Europa, el Reino ha intensificado en las últimas décadas su diplomacia hacia América Latina, articulando un nuevo eje geopolítico que conecta los dos lados del Atlántico Sur.

Esta visión estratégica, impulsada por el Rey Mohammed VI, se desarrolla a través de tres dimensiones interconectadas: Marruecos como puente euroafricano, su creciente apertura hacia América Latina y la ambiciosa Iniciativa Atlántica que busca integrar a los países del Sahel sin salida al mar en una dinámica de desarrollo inclusivo.

Marruecos: nexo entre África y Europa

La zona de proximidad de Marruecos está determinada por su continuidad geográfica con Argelia y Mauritania, y su continuidad marítima con España.

Es en esta zona donde se juega la seguridad territorial del Reino, de ahí su importancia crucial. La seguridad no es sólo una cuestión militar (conflictos de

vecindad), sino también civil (migraciones, amenazas transnacionales, etc.).

La posición geográfica única de Marruecos como puente entre África y Europa, entre el Mediterráneo y el Atlántico, hace de la seguridad un factor importante de estabilidad regional e internacional.

La visión del rey Mohamed VI respecto a las relaciones con los países vecinos se basa en dos pilares interdependientes:

 Preservar la integridad territorial del Reino.

 Desarrollar la cooperación con los países vecinos y ampliarla a ámbitos clave.

Este espacio constituye efectivamente el escenario principal en el que se juega la seguridad territorial de Marruecos, de ahí su importancia crucial para la estrategia nacional. Las fronteras compartidas con estos países vecinos representan a la vez oportunidades de cooperación y fuentes potenciales de tensiones que requieren una gestión diplomática constante y equilibrada.

La concepción contemporánea de la seguridad marroquí supera ampliamente los paradigmas militares tradicionales. Si bien los conflictos de vecindad siguen

siendo una preocupación legítima, especialmente con las tensiones persistentes en torno a ciertos asuntos regionales, las autoridades también deben hacer frente a

desafíos civiles de seguridad. Los flujos migratorios procedentes del África subsahariana, las amenazas transnacionales como el terrorismo internacional, el

tráfico de drogas y la delincuencia organizada son desafíos que requieren un enfoque global y coordinado en materia de seguridad.

La posición geográfica excepcional de Marruecos, verdadero puente entre África y Europa, así como entre el Mediterráneo y el Atlántico, transforma sus desafíos de seguridad nacionales en preocupaciones de envergadura regional e internacional.

Esta situación confiere al reino una responsabilidad particular en el mantenimiento de la estabilidad, no sólo a nivel magrebí, sino también en todo el espacio

euromediterráneo y del África occidental. Por consiguiente, la seguridad marroquí se convierte en un elemento determinante para el equilibrio geopolítico regional e internacional.

Desde tiempos inmemoriales, Marruecos lleva en sí el estigma de una geografía excepcional que forma su destino. Cuando se observa un mapa del mundo, resulta evidente que esta monarquía norteafricana ocupa una posición totalmente singular, verdaderamente en la encrucijada de tres universos distintos: la África ancestral, la Europa moderna y la inmensidad atlántica. Esta configuración geográfica no es fruto del azar, sino el resultado de millones de años de evolución geológica que han conformado un territorio con múltiples caras.

En primer lugar, el Estrecho de Gibraltar constituye uno de los cruces marítimos más estratégicos del mundo. Con sus 14 kilómetros de ancho en su punto más estrecho, este brazo de mar separa Marruecos de la Andalucía española, crea así un puente natural entre África y Europa. Esta proximidad geográfica excepcional ha forjado, a lo largo de los siglos, vínculos culturales, económicos y humanos indefectibles entre las dos orillas (Mohsen-Finan, 2015). Aún hoy, esta configuración única hace de Marruecos el guardián natural de una de las rutas marítimas más transitadas del mundo, con más de 100.000 buques que transitan cada año por el Estrecho.

Paralelamente, la fachada atlántica marroquí se extiende majestuosamente por más de 2.800 kilómetros, desde Tánger hasta las fronteras mauritanas. Esta considerable apertura marítima ofrece al reino infinitas perspectivas hacia las Américas. A diferencia de sus vecinos magrebíes, Marruecos se beneficia así de un acceso

directo al océano Atlántico, lo que le permite desarrollar relaciones privilegiadas con los países de América Latina, en particular Brasil, Argentina y México, sin depender de las rutas mediterráneas tradicionales.

Por último, el anclaje africano de Marruecos le confiere una legitimidad continental indiscutible. El reino comparte fronteras terrestres con Argelia en más de 1.500 kilómetros y con Mauritania en 1.560 kilómetros, creando corredores naturales hacia el África subsahariana. Esta configuración geográfica permite a Marruecos servir de puente entre el norte de África y el África negra, una posición estratégica que pocas naciones pueden reivindicar (Bendahan, 2018).

América Latina: una diplomacia en expansión

Aunque las relaciones con Europa y África están sólidamente establecidas, los lazos con América Latina han ganado impulso recientemente. Marruecos mantiene relaciones diplomáticas con la mayoría de los países de la región y ha abierto embajadas en Brasil, Argentina y México. La futura apertura de una embajada de Ecuador en Rabat es reflejo de esta dinámica creciente.

En el plano económico, destaca el acercamiento con MERCOSUR. Aunque aún no se ha formalizado un acuerdo de libre comercio, el intercambio comercial alcanzó casi 5.000 millones de dólares en 2022. Marruecos demuestra así su capacidad para transformar relaciones bilaterales en plataformas de acceso a mercados regionales.

La Iniciativa Atlántica del Rey Mohammed VI

Por iniciativa de su Majestad el Rey Mohamed VI, Marruecos ha lanzado una ambiciosa iniciativa para reforzar la conectividad entre África, Europa y América,

haciendo especial hincapié en el desarrollo de la fachada atlántica africana. Esta estrategia se basa en una visión de solidaridad y codesarrollo, tratando de asociar a los 22 países africanos ribereños del océano Atlántico en una dinámica de prosperidad compartida, de libertad de circulación de las personas y de las mercancías, y el crecimiento económico sostenible.

Un componente esencial de esta iniciativa es la voluntad de abrir a los países africanos sin acceso al mar, en particular los del Sahel y el África central. Países

como Malí, Níger, Burkina Faso y República Centroafricana se enfrentan a importantes desafíos logísticos y de seguridad que dificultan su desarrollo económico. El elevado costo del transporte de mercancías desde los puertos a sus capitales, combinado con la inseguridad vinculada a la presencia de grupos terroristas, constituye un freno significativo para su integración regional.

En respuesta a estos desafíos, Marruecos propone facilitar el acceso de los países sin litoral al océano Atlántico, desarrollando infraestructuras de transporte y reforzando la cooperación regional. Este enfoque tiene por objeto reducir los costos logísticos, mejorar la seguridad de los corredores comerciales y estimular el comercio interafricano.

Además, la iniciativa marroquí promueve el concepto de economía azul, reconociendo que el océano Atlántico es un recurso común para todo el continente africano, no solo para los países costeros. Al promover una gestión sostenible e inclusiva de los recursos marinos, Marruecos promueve un enfoque solidario que beneficia a todos los Estados africanos, incluidos los sin litoral.

Un ejemplo concreto de esta visión es el proyecto del gasoducto Nigeria-Marruecos- Europa, que no se limita al transporte del gas nigeriano hacia Europa. Este oleoducto está diseñado para servir también a otros países africanos costeros, como Senegal, Mauritania y Ghana, que han descubierto reservas de gas natural. Al facilitar la exportación de esos recursos energéticos a bajo costo, el proyecto tiene por objeto fortalecer las capacidades económicas de esas naciones y promover su integración en los mercados internacionales.

En suma, la Iniciativa Atlántica de Marruecos encarna una estrategia geopolítica innovadora, basada en la solidaridad, el desarrollo compartido y la integración regional. Refleja una visión africana proactiva, impulsada por una monarquía comprometida con la promoción de una África unida, próspera y abierta al mundo La primera iniciativa consiste en crear el nuevo puerto industrial de la ciudad de Dakhla, en la costa atlántica del Sahara marroquí. Un megaproyecto que estructura el nuevo modelo de desarrollo de las provincias saharianas marroquíes garantizando la libertad y dignidad de sus poblaciones. Una vez finalizados los trabajos del puerto atlántico de Dajla a finales de 2028, como está previsto, este gigantesco proyecto desempeñará un papel clave de palanca estratégica, para confirmar el anclaje africano del país y valorizar mejor su dimensión atlántica.

La segunda iniciativa tomada por Marruecos en el marco de su visión estratégica del espacio atlántico fue la creación, en 2009 en Rabat, de la Conferencia Ministerial de los Estados africanos ribereños del Atlántico que, con el objetivo de establecer una zona de paz, seguridad y prosperidad, podrá desarrollar una visión africana común de este espacio vital, promover una identidad africana atlántica y defender con una sola voz los intereses estratégicos del continente. Además, ofrecerá nuevas oportunidades comerciales a las empresas latinoamericanas al permitirles acceder a un mercado más amplio en África Occidental y, por lo tanto,reforzar la cooperación Sur-Sur entre el continente africano y América Latina, promoviendo la solidaridad entre los países del Sur para que puedan elaborar soluciones comunes a los desafíos mundiales como el cambio climático, la pobreza y la desigualdad. La tercera iniciativa se refiere al proyecto de gasoducto Marruecos-Nigeria, un proyecto histórico con considerables dimensiones económicas, políticas y estratégicas que podría convertirse en el gasoducto marítimo más largo del mundo. A tal efecto, Marruecos, Nigeria y la Comunidad Económica de los Estados del África Occidental (CEDEAO) han firmado un acuerdo para hacer avanzar el desarrollo de este megaproyecto, cuyos estudios se encuentran actualmente en una fase avanzada, y que se extendería más de 5.000 kilómetros a través de las aguas de trece países de África occidental antes de llegar a Europa. No hay duda de que, dada la actual incertidumbre causada por la crisis energética, exacerbada por la invasión de Rusia en Ucrania, el gasoducto Marruecos-Nigeria constituirá una infraestructura energética clave en el continente africano y a nivel mundial. Por otra parte, es en este contexto que se inscriben diferentes acciones estructurales emprendidas por Marruecos para desarrollar su fachada atlántica (infraestructuras portuarias, proyectos turísticos, construcción de una flota comercial marítima nacional fuerte y competitiva, concentración de las actividades industriales en la costa atlántica, etc). La apertura de estas acciones a los estados de la región parece proporcionar los primeros elementos de una identidad estratégica ‘afro-atlántica’, aún en construcción, pero ya basada en una visión común de los riesgos y desafíos, y sobre la importancia de institucionalizar el espacio, a través de estructuras informales como la Conferencia de los Estados africanos ribereños del Atlántico.

La intención de Marruecos de orientarse más hacia el Atlántico y, al hacerlo, asociar a los países del Sahel a esta iniciativa ofreciéndoles un acceso al mar en una estrategia de cooperación Sur-Sur ampliada. En otras palabras, se trata de la puesta en marcha de una iniciativa internacional que favorece el acceso de los estados del Sahel al océano Atlántico, ofreciéndoles sus infraestructuras viarias, puertos y ferrocarriles con el objetivo principal de abrir las economías de al menos cuatro países sin acceso al mar y demasiado alejados del comercio internacional, en este caso a favor de Burkina Faso, Malí, Níger y Chad.

Así pues y mientras Marruecos ofrece una interfaz atlántica a los países del Sahel, la Iniciativa Atlántica del rey Mohamed VI hace su camino. Desde esa fecha, el proyecto avanza y los contactos con los países interesados se multiplican. El 23 de diciembre de 2023 en Marrakech, cuatro estados del Sahel respondieron favorablemente a la propuesta marroquí de facilitarles el acceso al océano Atlántico. La prosperidad atlántica requiere una integración estructural entre las naciones del Sur y sus socios internacionales. declaró el embajador de Marruecos en los Estados Unidos, Youssef Amrani durante una entrevista-debate de alto nivel organizada el viernes (21/06/2024) en Washington por el think tank estadounidense Atlantic Council. ‘La conectividad es el camino que nos llevará con mayor seguridad’ (‘La connectivité est le chemin qui nous y mènera le plus sûrement’).

La iniciativa tiene como objetivo un espacio atlántico integrado que constituirá ″un vector de confianza, que ofrece estabilidad y visibilidad política a largo plazo, constituyendo así una brújula para las naciones atlantistas que desean hacer de su flanco marítimo común una base que las eleve al rango de naciones asociadas”. En ese sentido, se refirió a los esfuerzos de Marruecos por promover un orden internacional duradero, lejos de las divisiones y tensiones, afirmando que el principio de un multilateralismo eficaz ″siempre ha presidido la acción del Reino en el espacio atlántico, como reflejo de la multiplicidad de acciones estratégicas en curso en la región”.

En efecto, esta iniciativa tiene por objeto hacer de la fachada atlántica un centro de integración económica y un foco de proyección continental e internacional. El establecimiento de una economía marítima, el desarrollo de las infraestructuras viarias, portuarias y ferroviarias en el sur de Marruecos, así como la creación de una flota nacional de marina mercante, ilustran una nueva visión a largo plazo para la región. La misma idea de una apertura de los países del Sahel Central al Atlántico es uno de los aspectos más significativos de esta iniciativa defendida por el rey de Marruecos (Bakary Sambe, (2023).

El Atlántico tiene sin duda un peso reconocido en los equilibrios geoestratégicos mundiales, por lo que la cuestión de la dimensión atlántica es hoy primordial y estratégica para la política exterior de Marruecos. Por otra parte, surgen nuevos desafíos relacionados con cuestiones geopolíticas y económicas. Existe un verdadero potencial de cooperación dentro de este espacio que debe ser movilizado. Marruecos posee las bazas necesarias y se presenta como un actor ineludible para contribuir al desarrollo de esta cooperación atlántica. Marruecos podría contribuir positivamente al fortalecimiento de la cooperación en el espacio atlántico. Las ventajas lo predisponen a desempeñar un papel de enlace importante en la materia: una posición estratégica en África cuya solidez se ha fortalecido bajo el reinado del rey Mohamed VI; su asociación con actores influyentes en la zona atlántica septentrional, Estados Unidos y Francia; sus relaciones prometedoras con algunos actores importantes de la zona atlántica latinoamericana, en particular Brasil. La dimensión atlántica de la política exterior de Marruecos no deja de adquirir importancia por consideraciones económicas evidentes, pero también por razones relacionadas con la preservación de los intereses estratégicos del Reino, En primer lugar, está la cuestión del Sahara marroquí. Además de las acciones estructuralesllevadas a cabo por Marruecos en términos de desarrollo de su costa atlántica (infraestructuras portuarias, proyectos turísticos, desarrollo acelerado de las actividades económicas y humanas en el litoral atlántico…), la política exterior marroquí hacia el espacio atlántico se basa en los siguientes elementos: con los países de América del Norte, las relaciones económicas de Marruecos están centradas en los Estados Unidos, con los que se celebró un acuerdo de libre comercio en 2006. Desde 2012 se produce un diálogo estratégico que integra la cuestión de seguridad. Se están celebrando negociaciones con Canadá para la celebración de un acuerdo de libre comercio, que brindaría a Marruecos una vía francófona adicional para acceder al mercado norteamericano (NAFTA); con los países de América Latina, Las relaciones de cooperación se han fortalecido tras la visita real a algunos países de este subcontinente en 2004. La cooperación económica con esta región se ha consolidado desde entonces, pero sigue centrada, en gran medida en Brasil y, en menor medida, en Argentina.

Proyección global: hacia un Atlántico multipolar

La apuesta marroquí por el Atlántico es estratégica tanto en lo económico como en lo geopolítico. Su fachada atlántica, su asociación con Estados Unidos y Canadá, y sus crecientes relaciones con Brasil y Argentina, sitúan al Reino como un actor clave en el nuevo orden atlántico.

La política exterior marroquí integra hoy una dimensión atlántica fundamental, enfocada en el desarrollo sostenible, la cooperación Sur-Sur y la integración regional. Esta visión multipolar, inclusiva y solidaria responde a los desafíos del siglo XXI: cambio climático, seguridad marítima y transición energética.

Marruecos se afirma como un puente entre continentes, promoviendo una diplomacia cultural y económica basada en la cooperación, la innovación y la visión compartida. La Iniciativa Atlántica, respaldada por proyectos tangibles, refuerza su papel como catalizador de un nuevo espacio geopolítico africano-latinoamericano.

El Reino mira hacia el Atlántico no solo como una frontera marítima, sino como una oportunidad para construir un futuro común, más justo y sostenible.

Créditos:
Este artículo forma parte de la tesis doctoral titulada: «Marruecos-América Latina: hacia la construcción y la consolidación de un espacio de cooperación cultural – El caso de México y Centroamérica (1999-2025)» de Noura Hamdaoui.

Autora: Noura Hamdaoui
Redacción: El Periódico Marroquí

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *