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La ofensiva ultraderechista y la resistencia de Pedro Sánchez

La prensa española inicia una nueva ronda de embestidas contra Pedro Sánchez. Desde tramas de corrupción ligadas a su entorno, como la que involucra a Santos Cerdán, hasta una ofensiva mediática promovida por la extrema derecha, el presidente del Gobierno español afronta una encrucijada política. Sin embargo, en medio de la tormenta, Sánchez emerge con convicción, defendiendo la continuidad del Gobierno de España.

El panorama político español se ha convertido en un auténtico campo de batalla de narrativas, con la oposición y una campaña mediática implacable amplificando cada rumor de escándalo con el objetivo de debilitar al líder socialista. El detonante de esta nueva crisis fue el informe de la UCO sobre presuntos pagos irregulares a cambio de contratos públicos. La prensa llegó a hablar de un «noqueo» inicial de Sánchez, mientras el jefe del Ejecutivo español instaba a la oposición a presentar una moción de censura, en un movimiento interpretado más como un audaz contraataque que como una retirada. Este gesto refleja la capacidad política de Sánchez para ejercer presión sobre sus adversarios.

En medio del caos, el líder socialista ha adoptado una estrategia definida: pedir perdón, asumir responsabilidades (como la expulsión de Santos Cerdán y la retirada del carné del partido a José Luis Ábalos), y pasar a la ofensiva. En el Congreso, Sánchez no ha esquivado el fuego: rechazó tajantemente dimitir o convocar elecciones, advirtiendo que esa opción solo beneficiaría a la “peor oposición”.

Desde la derecha, la ofensiva se ha intensificado. Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, ha insinuado una posible moción de censura con su ya célebre frase: “No me faltan ganas, me faltan cuatro votos”. Por su parte, Vox ha elevado aún más el tono, mezclando acusaciones y descalificaciones en un clima cada vez más polarizado.

La campaña de la extrema derecha busca erosionar al Gobierno utilizando la corrupción como arma política, sin molestarse en distinguir entre responsabilidades individuales y estructuras institucionales. Particularmente significativa ha sido la ofensiva en torno a la relación entre España y Marruecos, intentando despreciar los logros alcanzados hasta la fecha entre ambos países. La actual sintonía diplomática con Rabat es vista como una afrenta en los despachos de la ultraderecha, donde la política exterior de Sánchez hiere como una herida abierta.

Desde Vox se pasa por alto la realidad pragmática: bajo la sabia visión de Su Majestad el Rey Mohammed VI y el enfoque de Pedro Sánchez, se han generado beneficios tangibles. El comercio bilateral se ha impulsado hasta superar los 20.000 millones de euros anuales, y se ha asegurado una cooperación eficaz en materia migratoria, reduciendo los cruces ilegales en un 30 % respecto a los picos registrados en 2021. Un logro que gobiernos anteriores no pudieron alcanzar. La relación con Marruecos no es un compromiso ideológico ni partidista, sino una política de Estado. Pese a ello, la campaña de la extrema derecha alimentada por el sensacionalismo, distorsiona estos éxitos en un relato que, paradójicamente, daña la imagen de su propio líder. Un líder acostumbrado a pronunciar discursos tan torpes como su francés, dejando claro que ni en lenguas ni en diplomacia está preparado para representar a España.

Volviendo a la batalla interna de Sánchez frente a la oposición, su comparecencia prevista en el Congreso para el próximo 9 de julio, según ha informado Europa Press, deja entrever una clara intención de enfrentarse directamente a sus críticos, incluidos algunos miembros de su propio partido, como Emiliano García‑Page, presidente de Castilla‑La Mancha, quien afirmaba esta semana que “Sánchez no está en condiciones de ser candidato”. La respuesta de Sánchez ha sido firme: se ha centrado en reorganizar su gabinete y en lanzar una moción de confianza programática ante el Comité Federal, prevista también para julio. Una jugada que busca canalizar la presión en positivo y revitalizar la confianza en su liderazgo.

La presión de la oposición, ya sea mediante maniobras parlamentarias o a través de una campaña mediática orquestada por la extrema derecha, intenta construir un relato único: corrupción y debilidad. Pero el verdadero objetivo es político: fracturar el Gobierno de Sánchez y erosionar la confianza pública. Sin embargo, el historial del presidente socialista demuestra su capacidad de superar obstáculos: desde la moción de censura que lo llevó al poder en 2018 hasta la inesperada victoria electoral de 2023, Sánchez ha sabido resistir donde otros habrían claudicado. Porque, en política, como en la vida, resistir también es gobernar.

Por: Soufiane Ben Lazaar

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