Marruecos: estabilidad, orgullo y soberanía
Marruecos no tiene lecciones que recibir de nadie.
Varios periodistas se me acercaron para preguntarme si estaba sorprendida por las manifestaciones que tienen lugar actualmente en Marruecos, así que decidí responder una sola vez a través de esta entrevista.
Pues sí, hay dos cosas que me han sorprendido profundamente. La primera es la insistencia de los argelinos que interfieren en los asuntos del Reino.
El 4 de octubre de 2025, Abdelkader Bengrina, de tendencia islamista y ferviente partidario de Tebboune, hizo una declaración pública en la que llama a los marroquíes a la insurrección. Hizo un llamamiento al levantamiento para hacer caer a Marruecos. Y la injerencia escandalosa del régimen argelino respecto a Marruecos no solo es ridícula, sino totalmente fuera de lugar.
Es lamentable. Abdelkader Bengrina no sabe nada de Marruecos. El pueblo marroquí tiene un apego inquebrantable al Rey Mohammed VI y al Reino en su totalidad. Además, Marruecos es una potencia clave en el tablero internacional. En 20 años, Marruecos se ha convertido en una potencia industrial. En 20 años, Marruecos ha transformado su economía y registra un superávit presupuestario, no un déficit. En materia de seguridad, la policía marroquí es líder mundial en la lucha contra el terrorismo. Marruecos es uno de los países africanos más avanzados y es citado como una de las economías más estables.
Y el tal Bengrina se permite hacer declaraciones públicas, declaraciones que no son más que tonterías, palabras sin sentido e incoherentes que demuestran hasta qué punto este hombre es incapaz de reflexionar. Parece que el señor Bengrina no tiene cerebro. Por lo tanto, está gravemente discapacitado, y lo estará hasta su muerte, porque es el único órgano para el cual no existe una prótesis.
La injerencia de los argelinos respecto al Reino es lamentable y demuestra, una vez más, los celos y el odio que animan a Argelia.
La segunda cosa que me ha sorprendido es el comportamiento de los periodistas franceses que se apresuraron a debatir sobre las manifestaciones organizadas en Marruecos, y que no dudaron en redactar artículos deplorables, tratando también el tema en los platós de televisión. ¡Y eso sí que da risa! Porque en Francia hay manifestaciones casi todos los días. Además, el señor Lecornu, el séptimo primer ministro del gobierno de Macron, acaba de dimitir. El presidente Macron tendrá que nombrar a un octavo primer ministro y, mientras tanto, no hay gobierno. Los periodistas franceses harían mejor en ocuparse de los asuntos franceses, porque Francia es un país que se está viniendo abajo. Es un país que se derrumba por todos lados, y me parece particularmente grotesco que un país que no es capaz de formar un gobierno se atreva a criticar a Marruecos, que es uno de los países más estables y envidiables del planeta.
Sea como sea, la monarquía marroquí es una monarquía milenaria. Marruecos es sólido, fuerte, inquebrantable. Y lo siento por decepcionar a sus detractores, pero Marruecos seguirá siendo Marruecos. No caerá ni será jamás aniquilado.
Es cierto que tengo un segundo libro en preparación, y de hecho, dentro de unos días estaré en el sur de Marruecos, en el Valle del Dadès, donde voy a encontrarme con esas mujeres que viven lejos de las grandes ciudades, mujeres que ya conozco pero que voy a volver a ver con un inmenso placer. Quiero rendirles homenaje en mi próximo libro, y quiero conversar con ellas, pasar tiempo con ellas, vivir unos días en inmersión con ellas porque no quiero traicionarlas. Quiero describirlas siendo lo más cercana posible a la verdad y a la honestidad. Sé que voy a vivir momentos cargados de emoción junto a ellas, porque estas mujeres fuertes y dignas acarician nuestro corazón y embellecen nuestra alma.