Youssef Agouirar y We Can, el nuevo rostro político que desafía a Benkirane y a los movimientos no reconocidos
Entrevista con Youssef Agouirar
Doctor en economía, autor en el ámbito de la fintech, profesor en varias universidades marroquíes y actor activo en círculos de inteligencia económica, Youssef Agouirar es uno de los rostros emergentes de un Marruecos que piensa, que habla y que actúa. Con experiencia en instituciones nacionales e internacionales, también ha liderado una importante labor de diplomacia paralela desde 2015, mediante múltiples misiones, especialmente en el Parlamento Europeo. Hoy representa un punto de inflexión: el de un compromiso político asumido, estructurado y desacomplejado. El partido We Can, que está en proceso de fundación, tiene como objetivo superar los bloqueos del sistema partidario tradicional, dar voz a los invisibles y devolver la dignidad, la soberanía y la justicia al centro del debate nacional.
Esta entrevista fue realizada en exclusiva para Chaine Actu, y ofrece una mirada inédita sobre los proyectos y la visión política de Youssef Agouirar.
1. Señor Agouirar, usted es uno de los fundadores del partido «We Can – نستطيع», actualmente en proceso de creación. ¿Cuál es la filosofía de este proyecto político y en qué etapa se encuentra su estructuración legal y organizativa?
No nacimos en la comodidad de los salones políticos tradicionales, sino en la urgencia de un pueblo que desconfía de sus élites. Llevamos años construyendo pacientemente nuestra base a través de un movimiento independiente, activo en el terreno y en instancias internacionales. Desde 2015, hemos multiplicado las misiones de diplomacia paralela, incluso en el Parlamento Europeo. Hoy iniciamos la estructuración legal de nuestro partido, con sedes locales, una doctrina sólida y un objetivo claro: reconciliar al ciudadano con la política.
Denuncia contra Benkirane y enmienda polémica
2. Recientemente ha presentado una denuncia por difamación pública contra el exjefe de gobierno Abdelilah Benkirane. ¿Qué espera lograr con esta acción judicial, más allá del simbolismo político?
Nuestra denuncia contra el señor Benkirane no es una reacción impulsiva, es un acto político fundacional. Queremos romper una norma tóxica en el ámbito político marroquí: la de la impunidad simbólica. Cuando un exjefe de gobierno insulta al pueblo, no solo mancha su propio recorrido, sino que debilita toda la legitimidad del Estado.
En We Can defendemos una nueva regla de oro para la política marroquí: «En política, nada es sagrado excepto la ley, el pueblo y la verdad». Toda palabra pública conlleva una responsabilidad. El desprecio no es una opinión, es una agresión moral contra la dignidad ciudadana.
3. ¿Cuál ha sido la reacción de las instituciones, de otros partidos o de la opinión pública ante esta denuncia? ¿Se sienten apoyados o aislados en este proceso?
El silencio institucional no es neutral. Refleja una deriva: la aplicación selectiva de la ley, contraria a los principios constitucionales establecidos en los artículos 6, 19 y 120.
Cuando un exjefe de gobierno insulta públicamente a los ciudadanos, no debería beneficiarse de ningún escudo moral o simbólico.
En We Can, rechazamos esta cultura de la excepción. En política no puede haber sacralidad. Defendemos un principio simple pero fundamental: la responsabilidad exige rendición de cuentas, sea cual sea el estatus de la persona involucrada.
4. Algunos observadores creen que el estilo político de Benkirane recibió apoyo externo. ¿Comparte esta visión? ¿Y cómo evalúa su gestión como jefe de gobierno, especialmente en lo económico y social?
Benkirane es un producto puro de un sistema político que convierte el fracaso en estilo. Representó la elocuencia sin visión, la gestión sin transformación. Su mandato consolidó un poder ejecutivo centralizado, debilitó los sindicatos, permitió el colapso de la escuela pública y dejó evaporarse la justicia social.
En We Can decimos: es hora de pasar página y abrir una era de reinvención institucional.
5. El 14 de mayo se aprobó una enmienda al artículo 3 del procedimiento penal que limita el derecho de las asociaciones a llevar casos de corrupción ante la justicia. ¿Cuál es la posición oficial de “We Can” respecto a esta medida, que usted considera inconstitucional?
Esta enmienda representa un grave retroceso y una señal muy preocupante para el Estado de derecho en Marruecos. Va en contra del espíritu de la Constitución de 2011, contradiciendo los artículos 12, 15 y del 154 al 156.
Al restringir el derecho de las asociaciones a actuar judicialmente en casos de corrupción, se debilita deliberadamente el papel de la sociedad civil como fuerza de regulación democrática.
En Estados de derecho modernos (Francia, Canadá, Brasil), la acción ciudadana o asociativa se reconoce como pilar de la democracia participativa.
Desde We Can, denunciamos esta deriva autoritaria. Proponemos:
– Restaurar el derecho de alerta;
– Constitucionalizar la acción asociativa ante la justicia;
– Garantizar protección legal a los denunciantes.
6. ¿Esta enmienda pone en peligro la estrategia nacional anticorrupción lanzada en 2015? ¿Cómo defenderá su partido el rol de la sociedad civil ante esta regresión?
La estrategia 2015–2025 no fracasó por falta de textos, sino por falta de voluntad. Proponemos una nueva doctrina: una monarquía simbólica, un parlamento verdaderamente independiente, una justicia desligada del ejecutivo y un derecho ciudadano de control permanente.
La corrupción no es solo un robo: es un cáncer democrático. Para erradicarla, hay que refundar el contrato social: más poder para el pueblo, más obligaciones para los representantes.
Reforma, representatividad y juventud
7. Su partido se presenta como un actor de renovación. En un paisaje político saturado, ¿cómo esperan realmente marcar la diferencia e influir en los debates nacionales?
Precisamente porque el paisaje está saturado de partidos sin brújula, We Can existe.
No somos «un partido más», somos una metodología nueva:
– No hablamos en nombre del pueblo, trabajamos con él;
– No esperamos escaños para actuar, provocamos rupturas ciudadanas ahora (peticiones, acciones judiciales, iniciativas locales);
– Y sobre todo, llevamos una reforma estructural del Estado, mientras otros se limitan a gestionar el statu quo.
Nuestra diferencia está en nuestro anclaje: un lenguaje claro, un proyecto constitucional audaz, una postura ética. Queremos devolver la política al servicio de la Historia, no de las carreras personales.
También proponemos una revalorización radical del acto legislativo.
El Parlamento actual está desconectado de las exigencias constitucionales. Muchos diputados, sin formación jurídica ni visión política, participan poco o mal en los debates.
Proponemos ciclos obligatorios de formación jurídica y constitucional para todos los electos. Un mandato parlamentario no es un privilegio, es una función pública de alta responsabilidad.
8. Marruecos tiene una juventud numerosa pero a menudo alejada de la política. ¿Cómo busca «We Can» reconciliar a esta generación con el compromiso cívico?
La juventud marroquí no está desenganchada, está harta, marginada, instrumentalizada. Se le habla de democracia, pero se le ofrecen juegos de poder opacos.
We Can habla a esta generación con su lenguaje, sus códigos y en base a sus urgencias: vivienda, empleo, libertad, medio ambiente, justicia social.
Más allá del activismo clásico, somos un laboratorio de educación cívica, innovación constitucional y transformación colectiva.
No queremos reclutar militantes, queremos formar ciudadanos constituyentes.
9. Muchos partidos emergentes no logran consolidarse. ¿Qué obstáculos han identificado y qué reforma proponen para el sistema de partidos?
El primer obstáculo es institucional: la ley de partidos favorece a los ya establecidos e impide a los nuevos financiarse, debatir libremente o acceder a los medios.
El segundo es cultural: una desconfianza generalizada, causada por décadas de traiciones políticas.
Proponemos:
– Reformar la ley de partidos, con criterios éticos, límites de financiación y acceso equitativo al espacio público;
– Reconocer legalmente los movimientos políticos emergentes incluso antes de su legalización formal;
– Crear un estatuto constitucional para los «lanzadores de ideas», no solo para los candidatos.
La democracia no puede vivir conectada al respirador artificial. Hay que oxigenarla con innovación política.
También proponemos una reforma del estatuto parlamentario:
– Examen obligatorio de competencias constitucionales para candidatos;
– Formación continua en derecho público para todos los parlamentarios.
El legislador debe ser garante del derecho, no un figurante del poder.
10. Para cerrar esta sección: si tuviera que enviar un mensaje al jefe del gobierno actual sobre justicia, universidad y participación ciudadana, ¿cuál sería?
«La justicia, la universidad y la ciudadanía no son herramientas de gobernanza, son los cimientos de un Estado digno – reconstruyámoslos juntos o aceptemos caer juntos.»
Abdelilah Benkirane – Controversias y legado político
11. En mayo de 2025, Benkirane calificó a algunos ciudadanos marroquíes de “microbios” y “burros”, lo que generó una fuerte condena. Como responsable político comprometido con la dignidad de los marroquíes, ¿cómo reacciona a estas declaraciones? ¿Fue esta actitud la que lo impulsó a presentar una denuncia?
Estas declaraciones son indignas de un responsable público. Violentan no solo la ética política, sino también el espíritu de los artículos 1, 6 y 31 de la Constitución.
Cuando se insulta a los marroquíes, no se ataca a individuos, sino a la soberanía popular misma.
Nuestra denuncia no es simbólica. Es jurídica, política y pedagógica. Queremos establecer un precedente:
Quien ocupe un cargo público deberá rendir cuentas de sus palabras y actos – ante la ley, ante la prensa y, sobre todo, ante el pueblo.
En We Can, creemos que la dignidad ciudadana no es negociable. Si queremos moralizar la vida pública, debemos empezar por proteger a los marroquíes de la humillación institucionalizada.
12. Algunos partidos cercanos a Benkirane, así como el movimiento no reconocido «Al Adl Wal Ihsane», ejercen presión moral imponiendo cierta visión sobre la solidaridad, especialmente en torno al tema palestino. ¿Cree usted que existe una forma de intimidación hacia quienes priorizan causas nacionales como “Taza antes que Gaza”? ¿Quién estaría detrás de esta polarización?
Hoy existe una peligrosa deriva moral en el debate público marroquí: toda voz que pide priorizar lo nacional es tachada de traidora o vendida.
Esa presión ideológica no es espontánea. Está construida y alimentada por ciertos partidos y movimientos religiosos que buscan secuestrar la voz patriótica.
We Can lo dice claramente:
Se puede defender la causa palestina sin olvidar a Sidi Ifni, Figuig o Taza.
Esta polarización debilita nuestra soberanía. Llamamos a un debate racional, soberano y libre de manipulaciones emocionales o religiosas.
La prioridad no es geográfica, es constitucional y social: dignidad, salud, justicia e igualdad para todos los marroquíes.
13. Por otro lado, mientras muchos partidos marroquíes movilizan a sus bases en torno a la cuestión del Sáhara, movimientos como el PJD o «Al Adl Wal Ihsane» permanecen callados. ¿Cómo explica este desinterés? ¿No revela una contradicción en su visión de la ciudadanía y el patriotismo?
El Sáhara es un tema de unión nacional. Desentenderse de él es negar la base de la ciudadanía marroquí.
El silencio del PJD y de Al Adl Wal Ihsane no es casual. Revela una visión de la ciudadanía donde la lealtad religiosa o ideológica prevalece sobre el apego al Estado-nación.
En We Can, creemos que no se puede defender la justicia afuera si se niega la soberanía en casa.
El patriotismo no se mide por la longitud de las oraciones, sino por el compromiso claro con la unidad territorial, la defensa de nuestras instituciones y la construcción democrática del país.
Llamamos a todos los partidos a salir de la ambigüedad y alinearse claramente con los intereses supremos de Marruecos.