Política

TICAD: una nueva oportunidad perdida para África

✍️ Opinión | Dr. Machij Elkarkri

La reciente edición de la Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo de África (TICAD) ha revelado, una vez más, las profundas contradicciones que lastran el progreso del continente. Lejos de convertirse en una plataforma efectiva de cooperación entre Japón y África, esta cita diplomática ha sido distorsionada por maniobras políticas ajenas al espíritu de la cumbre.

Lamentablemente, algunos actores —como Argelia y sus aliados— han optado por instrumentalizar el evento en lugar de contribuir al diálogo y al desarrollo. Su intento de imponer la presencia forzada de una entidad separatista, camuflada bajo pasaportes argelinos, ha desvirtuado por completo los objetivos de esta reunión internacional.

La realidad es que Argelia y sus aliados están haciendo el ridículo en Japón. Lo que debería ser una cumbre de cooperación y diálogo constructivo entre África y Japón —el TICAD— ha sido degradado por intentos de manipulación política. En lugar de centrarse en los verdaderos desafíos del continente, se está utilizando este espacio como escenario para intentar blanquear y legitimar a un movimiento que, lejos de representar una causa de liberación, se ha convertido en una organización con claros vínculos con el terrorismo en Tinduf, en instrumento propagandístico de la extrema derecha en España y en actor clave en redes de tráfico de armas en el Sáhara y el Sahel. Es una presencia impostada, sin respaldo legítimo ni del país anfitrión ni de la mayoría de los países africanos.

El problema no es solo simbólico. Cada vez que se permite que este tipo de acciones interfieran en foros de cooperación como el TICAD, África pierde. Pierde visibilidad, pierde credibilidad y, sobre todo, pierde oportunidades concretas de atraer inversiones, transferencias tecnológicas y alianzas duraderas que podrían cambiar el destino de millones de personas.

Es esencial recordar que el TICAD no es Naciones Unidas: no otorga reconocimiento a Estados, ni ofrece plataforma para validaciones geopolíticas. Su misión es exclusivamente económica y social.

Sin embargo, gracias a estas maniobras, lo que debería ser una herramienta para el desarrollo se convierte en un escenario de tensiones y divisiones. Una vez más, el continente africano asiste a una oportunidad desperdiciada, mientras que los problemas reales —como la pobreza, el desempleo, la inseguridad alimentaria o el acceso a la tecnología— siguen sin respuesta.

África no podrá avanzar mientras no se respeten los principios básicos de soberanía, integridad territorial y legalidad internacional. Las armas seguirán sonando, y el ruido no cesará hasta que se imponga el respeto por los pueblos y sus derechos legítimos.

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